Mi fuga del trabajo tiene muchos y variados motivos, a saber:
- No se puede trabajar con 200 personas sin un mínimo de organización.
- El contrato de obra o servicio es una mierda pero da pasta y el contrato fijo es lo lógico pero pagan cuatro duros
- No es normal prometer un contrato fijo (que casi seguro hubiera rechazado) para luego darle ese contrato a alguien que está por debajo de ti en el organigrama del departamente.
- Odio las empresas que castigan sólo por tener hijos, y esta se lleva la plama.
- Sobrecargan de trabajo a las personas que lo sacan y luego los méritos se los llevan siempre las mismas personas.
- Haces horas porque vas sobrecargada y luego te meten bronca por hacer demasiadas horas, sin comentarios.
- El compañerismo ahora mismo brilla por su ausencia, cualquier día las gatas sacan las uñas y se matan unas a otras. Da verdadera pena.
Y para rematar la faena, las últimas semanas. Cambio de turno a la mañana para suplir la baja de maternidad de la responsable del turno. Con ese cambio no solo no mejoro sino que voy a peor. Cuando tengo claro el tema de irme me cuesta 4 días decírselo a mi jefa. Se lo comunico un jueves para irme en semana y media, se cabrea muchíiiiisimo conmigo, me ignora durante día y medio, pasa el finde. El lunes llego a la oficina y me recibe el gran jefe comunicándome que mi jefa está ingresada con neumonía. Ole y ole. Tengo que suplir a la responsable del departamento durante mi supuesta última semana. Al final, como soy tonta de cojones (y por no hacer caso a la toya e ir a sacopaco), negocio y me quedo otra semana más aún con un horario mega reducido pero con los mismo quebraderos de cabeza que antes. Y fin!
Todo esto con el aliciente de que en septiembre empiezo a trabajar en un despacho de aparejadores con una amiga, con jornada intensiva de 8 a 3 o como a mi me convenga y detrás de mi casita. Yupi!
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