Se me acumula la faena, amos...en mi línea, así que no se extrañen si hoy me sale un superpost... que material haberlo haylo. Tremendo popurri tengo en la cabeza, solo espero que las ideas se organicen solas para dar vida a algo decente.
Empezaré dedicando la siguiente imagen a un ser humano que me la ha hecho llegar amablemente con la única intención de que me ausente del mundo exterior algo así como dos o tres meses, lo justo para resolver semejante pasatiempo. Y, como no le gusta que le dediquen escritos en público, lo mantendré en el anonimato más profundo, tanto que ni yo misma voy a recordar quién fue el zorrón que me mandó semejante crueldad... Kizz, perla... ya te valeeeeeee!!! :P
En otro orden de cosas estoy ya hasta los mismísimos de un par de tipejas que no paran de dar por saco en el trabajo, a distancia, sí... pero a puñalá trapera todos los días. Y como ya de buena parezco tonta he decidido que se acabó, que mi paciencia tiene un límite y, mira tu por donde, ya se ha agotado... así que al congelador con ellas. Así pillen una baja de por vida y nos dejen tranquilos al resto de los mortales. Y ya que estabamos congelando, he preparao un tuperware conjunto (cual nicho familiar) donde he metido, además de las dos impresentables, elementos como la Idaira (esperemos que no pase de hoy, en cuestión de minutos tendré la respuesta) y una tal "Nuria la gili" a la que no conozco, pero que como su nombre indica, debe ser otra joyita de esas que van deambulando por estos mundos de dios haciendo la vida imposible a alguna personita bueeena, buena... así que al saco con ella!
Y ahora sí, ahora al grano... decíamos ayer (o más bien hace unos cuantos días, da igual) que en algún lugar del espacio existe un mundo plano, que navega por el espacio interestelar empujado por no se sabe qué o cuál corriente. Este mundo, que bien podría ser el nuestro, anda sujeto por cuatro elefantes monísimos de la muerte, que a su vez reposan plácidamente sobre los lomos de una tortuga, Gran A'Tuin... A'tuin!. Aunque más bien debería decir que reposan todo lo plácidamente que se puede reposar cargando con semejante tocho de pedazo de tierra plana, con todos los elementos que la tierra en sí conlleva, incluidos sus particulares habitantes... esos magos dirigidos por un Archicanciller diplomático a la par que sutil y a la par que desconocedor de los supuestos deberes del máximo cargo de la Universidad Invisible, una horda de héroes bárbaros entraditos en años con todos sus achaques, sorderas y un intento de incrusión en la civilización bastante peculiar, una bruja que practica la cabezología y de qué manera, un echizero sin hache que viaja con un equipaje con patitas y que su mayor preocupación en la vida es huir sin mirar atrás y unos guardias nocturnos cuyo mejor amigo es la tasca, entre otros muchos.
Tenía pillado ya un fragmento del libro que anda ahora mismo entre mis manos y que hubiera sido el elegido para postear, pero luego vi entre los comments una frase de la Fle (Soys toas una panda de trozoz de pdeazos de cosas de cachos!) que me hizo recordar otro fragmento, y me terminó de convencer, así que aquí os dejo esto...
-Veo... veo algo-Dijo el conferenciante de Runas Recientes, atisbando en la bola de cristal-. Hay un buen montón de interferencias...
Los magos se agolparon a su alrededor. El cristal estaba lleno de motas blancas. En medio de la neblina se distinguían apenas unas formas borrosas. Algunas podrían ser humanas.
-Un lugar muy pacífico, el Imperio Ágata-dijo Ridcully-. Muy plácido. Muy culto. Le dan una gran importancia a la urbanidad.
-Bueno, sí-dijo el conferenciante de Runas Recientes-. He oído que es porque a la gente que no es tranquila y plácida les cortan trozos serios del cuerpo, ¿no? ¡Tengo entendido que el Imperio tiene un gobierno tiránico y represivo!
-¿Qué forma de gobierno es esa?-preguntó Ponder Stibbons.
-Una tautología-dijo el decano desde lo alto.
-¿Cómo de serios son esos trozos del cuerpo?-dijo Rincewind. Nadie le hizo caso.
-He oído que el oro es muy común allí-dijo el decano-. Que está tirado por el suelo como las piedras, dicen. Rincewind podría traerse un saco de vuelta.
-Prefiero traer todos mis trozos-dijo Rincewind.
Después de todo, pensó, no soy más que el que va a acabar en medio de todo. Así que, por favor, que nadie se moleste en escucharme.
-¿No puedes evitar que se vea tan borroso?-preguntó el archicanciller.
-Lo siento, archicanciller...
-¿Y esos trozos... son trozos grandes o pequeños?-preguntó Rincewind, sin que nadie lo oyera.
-Tú encuéntranos un espacio abierto con algo que sea más o menos del tamaño y peso adecuados.
-Es muy difícil...
-¿Trozos muy serios? ¿Estamos hablando de brazos y piernas?
-Dicen que es muy aburrido. Su peor maldición, por lo visto, es "Ojalá vivas en tiempos interesantes".
-Hay algo... está muy borroso. Parece una carretilla o algo así. Creo que bastante pequña.
-¿...O dedos de los pies, orejas y esas cosas?
-Bien, empecemos-dijo Ridcully.
-Esto... creo que iría bien que él fuera un poco más pesado que la cosa que estamos trasladando aquí-dijo Ponder-. Así no llegará a demasiada velocidad. Creo...
-Sí, sí, muchas gracias, señor Stibbons, ahora entre en el círculo y enseñenos como saca chispas ese bastón de mago. Eeeso mismo.
-¿Las uñas? El pelo?
Rincewind tiró de la túnica de Ponder Stibbons, que parecía ligeramente más sensato que el resto.
-Esto... ¿cuál es mi próximo movimiento?-dijo.
-Ejem... uno de diez mil kilómetros, espero-dijo Ponder Stibbons.
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