lunes, julio 11, 2005

Aquí la repostera más dicharachera

Un fin de semana relajado, música de la buena saliendo de los altavoces de mi ordenador, unos cuantos ingredientes bien dispuestos sobre el banco de la cocina y yo, preparada para hacer algún destrozo de los míos.
El sábado me entró la vena cocinitas que llevo dentro y que sale muuuuy de vez en cuando. Obviamente no me iba a arriesgar con las magdalenas de chocolate, me parece que son de un nivel demasiado avanzado pa mi y mi nula capacidad para convertir mililitros en miligramos, así que me dije a mi misma "algo que se pueda comer tanto con dulce como con salado... crêpes!!!"

cuando aún era divertido...

Y sí, allá que me puse con las manos en la masa (o más bien pasta) a prepararlos. Mezcla ingredientes, liga todo bien ligado y ya tenemos un precioso bol lleno de pasta para hacer crêpes. El primero salió gordo, gordo y bien cargadito de aceite, el segundo de tan fino parecía un papel churruscaó, el tercero poco hecho... a partir del cuarto empezaron a salir medianamente decentes.
Dos horas después seguía haciendo crêpes con un nivel de profesionalidad tal que ni el arguiñano. Che, tú... una facilidad para medir la cantidad de aceite, para medir la cantidad de pasta... un arte saleroso para darles la vuelta que pa qué! Y un aburrimiento ya después de tropecientos crêpes... porque claro, no debí calcular bien la cantidad de crêpes que quería sacar de la pasta y así salió, que en cualquier momento hacen un complot y nos atacan. Llamé al xiquet a modo de grito desesperado para avisarle de que si cuando llegara salía un crêpe a abrirle la puerta que no se estrañara, que me buscara por debajo de ellos y me hiciera el boca a boca por si estaba muriendo asfixiada. Así que ya tengo comida para todo el verano, mamagala puede estar tranquila que su hijita querida va a estar sobrealimentada de crêpes.
¿Y qué mejor para acompañar a tan hipercalórico alimento que una buena salsa de chocolate?

ñaaaammmmmmm!

Lo malo de preparar todo esto es que mientras vas montando todo el tinglaó vas picoteando, jugando con el chocolate, mojando algún que otro crêpe... y la panzá de la noche fue terrible... tanto que ayer estaba malísima, como era de imaginar.
Y aunque por alguna extraña razón que aún no consigo entender los destrozos fueron mínimos, ahora me encuentro con un monton de crêpes que no creo que me coma después de la indigestión del finde y es que una ni tiene mesura ni la conoce.

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