Y es que la tarde se puede llegar a hacer muy larga... y más aún si te la pasas viendo a recoger a los encuestadores sus cestitas con sus turrones, su Chivas y su cava y lo más importante de todo su cajita de trufas. Toooda la santa tarde soñando con que yo también tuviera trufas en mi caja... así no se puede trabajar, hombrepordios!!
Total, que a última hora allá que subimos las jefecillas a las oficinas de arriba a por nuestras supercajas todas ilusionadas, cual niñas con juguetito nuevo. Pedazo de caja, señores! Que aquello pesaba más que un elefante africano. Y la boca agua (como pueden imaginar) se me iba haciendo conforme me acercaba más a casa y al momento del destape de semejante regalo lleno de papeo. Y llegó, llegó el ansiado momento... y allí estaban mis trufitas, camufladas entre un suculento manjar compuesto de Cardou de 12 años, Rioja, Codorniu Brut Nature, Barbadillo, lomo, fuet y chorizo ibérico, queso de oveja, bombones caja roja y 3 pastillas de turrón. Trufaaaaas!!! glglglglglgl!!!
Abro la caja, observo la situación y sin más dilación me meto una en la boca... oh, dios mio!! Trufas con licor de cava!!!! La madre que los parió a todos!!! A cagaaaar!
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