lunes, marzo 21, 2005

Las Fallas I: La Mascletá

Ya pasó, increible pero cierto.
Estos días de Fallas me han proporcionado material pa dar y vender... entre otras cosas porque hacía demasiado tiempo que no salía de parranda y una descubre nuevos mundos cuando por fin se decide.
Para empezar bien el ritmillo fallero ¿qué mejor que quedar con las coleguis para ver una mascletá? Es algo típico, las tiran a buena hora y luego puedes aprovechar para una comilona como dios manda. Pues bien, la primera en la frente, como la noche anterior me dediqué a hacer el gili con el ordenata y el antivirus de los webs, me duermo y termino levantándome a la mil... lo cual hace que vaya todo el día ninoninoní perdiendo el culo, porque no nos engañemos, no, una vez te levantas que no llegas a ningún sitio todo se pone en tu contra pa que siga todo el día igual y al final resulta que te has pasado el día corriendo de un lado a otro y disculpándote por llegar tarde. Sigamos... después del shock de "qué tarde es, la leche! no llego ni de coña!" y de ponerme cualquier cosa (de ropa, digo) me dispongo a acudir al lugar de la cita... yo y cientos de personas más que han tenido la misma idea y también se han dormido, claro. Y ahí empieza la lucha, el campeonato por ver quién llegará primero a la equis sin pisar a nadie, sin tropezarse y sin pegar codazos. Raros, los valencianos somos mu raros. Y lo que he dicho una es una utopía, porque los codazos van y vienen y los pisotones están a la orden del día y si encima te tiran un borracho* a un metro ya puedes ir olvidándote de salir de allí con los pies intactos. A base de codazos y driblings logro mi objetivo y llego tan solo 15 minutos tarde, éxito total, soy la primera en llegar o eso creo... porque cinco minutos después escucho una voz que dice "No os habéis visto ¿verdad?" Pues sí, verdad! Primer libro a escribir: Cómo estar pegada a una amiga con la que habías quedado y no verla. Porque vamoooos... su hombro rozando mi hombro y yo venga a mirar pal frente a ver si venía alguien. Ahora que ella peor que yo, que a los dos pasos ya se nos había perdido. Ale, ¿estamos todas? ¿sí? pues vamos a ver si pillamos sitio... aún escucho las carcajadas a mi alrededor tras pronunciar esas palabras, qué dolor! Señores, señoras, si algún día deciden ir a una mascletá y quieren verla bien procuren quedar antes de las 2 menos cuarto, y con más motivo si llevan a una amiga embarazada, pobre. Bien, tenemos un sitio en la esquinita más alejada de la plaza, no se ve mucho pero bueno... estamos dentro que ya es algo. Delante de nuestros morros hay un autobus de propaganda de Amstel que seguramente nos impedirá ver nada y en eso... "Amstel quiero Amsteeeeel... Amsteeel, aaaaaaaaa... Amstel mucho Amsteeel, Amsteeeel nada maaaaaás"... musiquilla publicitaria de turno y cuatro pavas bailando medio en bolas subidas en lo alto del autobús, que si las llega a ver mi abuela las hubiera arropaó rápidamente en sus mantitas especiales de punto pa que no cogieran frío, ay... pobres xiconas! Y tras varios bailoteos de las amstelianas empieza la mascletá, justo en el mismo instante en que el bebé de la amiga embarazada decide que tiene hambre obligándola a salir de la marabunta de gente en busca de algo sólido que echarse al estómago. Y digo yo, ¿qué ha sido de las buenas mascletás? porque desde luego esta era un cagallón asín de grande... mucho humito de colores que acaba por adueñarse de toda la plaza y poco ruido, amooos... que hasta podía mantener una conversación sin gritar ni ná. De esta no me quedaré sorda, no. Y los olores... si algo tiene la mascletá es el olorcillo a pólvora que te invade, pues no, ni eso nos dejaron los jodíos! Aquello era una especie de azufre raro, ahí, descubriendo nuevos aromas. ¿Y para esto he madrugado y corrido, empujado a transeuntes y llegado allí con la lengua fuera? Pues vaya mierda! La amiga embarazada sale de un bar justo en el momento en que acaba la máxima decepción... ale, bonita... tranquila que no te has perdido na, amos a comer.

*Borracho: petardo que te persigue cual amante coñazo mientras te quema la ropa, la piel y lo que se tercie y que termina muriendo con un estallido que te arrancaría la mano. Temido por todas las damas del lugar, entre las cuales me incluyo. Dice la leyenda que si te quedas quieto cual estatua dicho petardo pasará de largo y no te dirá ni mu... como soy una cagueta nunca lo he comprobado en mis carnes y si veo uno (aunque sea de lejos), o lo intuyo siquiera, puedo llegar a alcanzar los 100 km/h en 0,2 segundos.

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