Hoy por fin acaba mi tortura particular, ansiosa estoy de que llegue la noche pa respirar tranquila. En el ámbito laboral la semana se ha visto reducida a un error bastante grave que me ha llevado loca los últimos 4 días... aunque tengo que decir que, pese al shock inicial de "oh, dios mío, qué coño ha pasado aquí??" y que me llevó a descubrir el fallo, lo he llevado bastante bien, sin sofocos ni alteraciones extremas y defendiendo mi postura a capa y espada frente a la bruja del centro, la cual se merece una super congelación por mi parte además de una colleja por estúpida y prepotente.
Por otro lado, este sábado ofrecí una comilona a unos amigos en casa. Resultado: media comida quemada y dos platos rotos. Menos mal que se pudo salvar parte de la comida porque desde luego por el humo que inundó toda la casa ya me veía encargando unas pizzas y si eso llega a suceder a mi madre le da un pasmo, con lo que le gusta a ella que todas estas cosas salgan perfectas... que cuando llamó mientras tomabamos el postre para ver qué tal iba todo y le dije que se me había quemado la comida soltó un "¡¡no es verdad eso!!" que era pa haberla oido.
En fin, que a pesar de todo un cúmulo de desgracias menores la semana se ha salvado gracias al xiquet que, en su infinita sabiduría de los nervios que me entran cada vez que doy una comida multitudinaria, apareció el sábado por la mañana con un super ramo de margaritas de esas que me gustan tanto y que me hicieron hasta llorar de la emosión, entre otras miles de cosas que no voy a mencionar, jeje! Y gracias también a esa panda del titanic tan super chachi que hacen que deje de pensar en todas estas cosas centrandome en pitisuis, mensajes del movil, futuras quedadas y proyectos nuevos que le dan a la vida esa chispa tan especial.
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