Esto es lo que ocurre cuando cambias de una finca de 14 puertas a una de 54:
- En cuanto llegas empiezas a oir las mirillas moverse acompasadas intentando descubrir que clase de vecinos nuevos van a tener (con el tiempo se reduce a la mirilla de la más cotilla)
- Te toca al lado la vecina con la mayor potencia de voz conocida en la historia vecinal, abajo unos aficionados al baile de salón y arriba los típicos movedores de muebles. Puedo soportalo todo menos la voz de la vecina sonando a las 9 de la mañana a través del cabecero inexistente de mi cama.
- Los carteles de aviso del patio se convierten en un post con sus múltiples comentarios escritos a boli, de momento estoy controlando mi condición de comentarista bloggera... tiempo al tiempo.
- Resulta imposible salir de casa o entrar sin ser vista, siempre acabas cruzandote con algún vecino y todos los días descubres a uno nuevo, me pregunto si este edificio no tendrá un agujero negro.
- Las reuniones de vecinos se convierten en un espectáculo del cual sales sorda perdida y no sacas ninguna conclusión. En la última además me riñó la presidenta por salir a la calle a responder una llamada de trabajo y dejarme la puerta semiabierta (la presi da miedo, miedo... cual sargento), yo achanté y volví a la reunión cabizbaja móvil en mano.
- En el super de bajo decides mirar solo a las estanterías porque al final descubres que todos los que compran allí son de tu finca y una es antisocial y no tiene tiempo pa ir saludando por todo el super... aunque en la caja siempre aparece "la presi" y se me acaba colando bajo mi consentimiento producido por el terror.
Conclusión: la sargento de hierro me provoca las cagaleras de la muerte y es por esto que ayer acepté un papelito que me brindó amablemente en el ascensor mientras me decía "toma, para que trabajes!" donde ponía: "SELECCIÓN DE PERSONAL, servicios financieros, mayores de 18 años, plan de carrera y espectativas de futuro, no necesaria experiencia, formacion a cargo de la empresa, 1200-2000 euros" Anda y que le den!
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