Al final el día de hoy no ha ido tan mal como me temía. A las 14:30 ya habíamos cerrado la merde esa que ha sido mi tortura, así que he aprovechado que estaba en el centro para hacer unas compras antes de irme a casita a comer.
Hoy puedo dar clases sobre cómo comprar un porrón de cosas en una hora y media y llegar a casa cargada como una burra y con 130 euros menos en el bolsillo. No está mal, algún caprichillo me tenía que dar después de todo.
Entre otras cosas (y una de las más importantes) tenía que comprar comida, que ayer ya le decía al xiquet que la palabra "vacía" había cobrado una nueva dimensión con nuestra nevera. Pero antes de eso ya había arramblado con un pijama y un conjuntito de ropa interior (mi capricho a juego con el pijama, que piji!), varios lotes de calcetines y medias y un sueter. Incluso me ha dado tiempo a mirar bolsos en un par de sitios, pero como en cinco minutos no me decidía lo he dejado pa la próxima.
Total que llego a casa, guardo todas las compras, pongo lavadora mientras hago la comidita, como y me echo una siesta... hasta las 9 de la noche! Hora en la que me ha llamado por teléfono mi mami a la voz de: "Cómo que trabajas mañana??!!!!" Menudo susto me ha dado la jodía, que lo había leido aquí y que tal y cual. Y es que una ya no tiene secretos, hay que ver!
Ahora me encuentro que se me han amontonado un montón de cosas que quería hacer. Tengo 52 correos por leer (y algunos por contestar) acumulados desde el sábado pasado, unas 12 pelis por grabar que ya no digo ver, trabajillos kioskiles extras del xiquet y, bueno, el ya famoso cambio de armario que merecería un tema aparte. Y a todo esto podemos añadir lo desconectada que he estado esta semana del mundo blogeril, que he podido leer bien poquito durante estos días y me tengo que poner al día.
Menos mal que ya tenemos preparada la estrategia del martes para no ir a trabajar. Todo sea ahora que me ponga mala de verdad, porque llevo un rato con unos estornudos...
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